Una mañana en Quellón

De esos viajes que no se planifican y no se olvidan. Yo quería salir de vacaciones, lo invité conmigo a Chiloé, para recorrer lugares que no conocía y teníamos tiempo para darnos el gusto de estar muchos días fuera de la ciudad. Llegamos a la casa hostal que ubicamos sólo por un letrero a lo lejos. Caminamos desde el terminal de microbuses locales y aunque teníamos carpas y buen abrigo, no podíamos acampar en el pueblo porque corría viento helado y una lluvia constante. En el hostal nos recibió amablemente la señora Margarita, una mujer ágil y conversadora que nos asignó una habitación alejada de los demás, con un camarote y el baño en frente. “Para su mayor privacidad”, me dijo sonriente. El día 14 de febrero desperté muy temprano y pensaba en qué hacer para el día de San Valentín. El dormía profundamente a mi lado, muy cerca de mí, aunque la noche anterior estábamos enojados. Me levanté y decidí salir a caminar por el pueblo, llovía despacio con una brisa marina fría. Cruzand...