La Polla Brava

La tía Polla pidió esta fotografía para mostrar sus aros y anillo de rosa plateados. En su casa, Santiago centro, de fondo una pintura de su padre.

Ella fue una mujer fuera de época, con características bien definidas y de quien aprendí muchas cosas. Aunque no tenemos lazos de sangre, era mi tía, mi abuela, mi consejera y, en varias oportunidades, fue mi mamá. 

Doña Carmen Elena Padilla de la Maza era hija del general de caballería don Marco Tulio de Abos-Padilla y Anguita, veterano de la Guerra del Pacífico y de doña María Amelia de la Maza Olmos de Aguilera. Nació el 16 de julio de 1916 y falleció el 11 de Enero de 2020.

Cuando se celebraba el Bicentenario de la independencia de Chile, ella fue invitada a la celebración en la Plaza de Armas de Santiago, como vecina ilustre de la ciudad. En ese acto se acercó a saludarla el Presidente de la República Sebastián Piñera Echeñique y el Alcalde de Santiago, Pablo Zalaquett Said, en ese momento el Alcalde quiso darle un beso en la mejilla y ella, sentada en silla de ruedas, lo detuvo poniéndole distancia con una mano en el pecho y le extendió la otra mano para recibir un beso sobre el guante. Así de elegante, así de firme.

Le gustaban los tangos y Raphael, los escuchaba con gran devoción y durante horas, a todo volumen. No iba a misa, no le gustaban los curas y tuvo razón en tantas cosas que criticaba. Políticamente era de la derecha más dura. 

La tía Polla fue una mujer fuera de época porque tenía convicciones y características que no existían en ese instante. Defendía a su género y el derecho a la libertad sobre sus cuerpos, ella estaba contra los políticos, curas y hombres que ponían límites a la mujer, esos hombres que hacen leyes sobre la mujer sin ser o sentir como mujer, esos que demonizan a la mujer y su naturaleza. Consideraba a los hijos como sagrados, aunque ella decía que "los hijos primero te rompen las entrañas y después te rompen el corazón". Así crió sus propios hijos con dureza y los hijos ajenos con esa misma característica.

Tuvo cuatro hijos: Vanessa, Lis, Tomás y Eduardo. Dura con sus hijos, firme y siempre enérgica, nada de besos, abrazos ni regalones. Así también fue con los hijos ajenos que crió en su casa: Ángela, Marius y otra larga lista que no recuerdo. 

Su casa estaba siempre llena de personas que ella acogía con buena voluntad. Era su "promesa" que hizo hace muchos años cuando tuvo que dormir en una plaza.

También me acogió unos meses. Por su iniciativa llamó a mi mamá para invitarme a su casa, donde pude acudir con mayor facilidad a un tratamiento médico. Pero fue superior cuando le dije que yo era gay, me habló con dureza, pero afectuosa y con voz firme exclamó: ¡para ser gay y reconocerlo en un país como este, hay que ser muy hombre!. Luego siguió dando lecciones de vida que quedaron grabadas en mi memoria.

-¡Tú eres hijo de un Soldado!- me decía. Nada de achicarse ante cualquier 'pelagato'. Saca pecho y actúa con orgullo. Con la frente en alto, habla fuerte y claro.
-Eres hijo de un Soldado y por tus venas corre sangre guerrera, nada de llantos ni aceptar menosprecios.
-En la vida tienes derecho a equivocarte, pero no te quedes en eso. No te quedes pegado en eso y deja las lágrimas para los débiles.

Me miraba con sus enormes ojos pardo y una sonrisa picarona. Gracias tía Polla. 

La ultima vez que la vi fue en su cumpleaños, cuando decidí visitarla, pero su mente ya se había ido, no estaba con nosotros. 

Ella odiaba a la mujer que contrataron para que la atendiera en los últimos años. En unas horas de lucidez y a solas me confesó que esa mujer era demasiado porfiada, "no me hace caso, metiche, indiscreta, intrusa y mala clase". Yo pensaba lo mismo y nos reímos a escondidas.

La tía Polla educó a sus hijos y a los hijos ajenos, recibió a su hermana Laura, la condesa de Tres Pinos y un yeuque, hasta que se tuvo que ir a una residencia de adultos mayores. También a Amanda, Gladys Abarca, Nilda, María Graciela (su sobrina), Elena, Toyita, Raquel y Diego Padilla (otro sobrino). Entre los pocos que recuerdo.

La Polla Brava. Así le pusieron sus hermanos cuando pequeña, por el fuerte carácter que debió amasar para defender sus acciones y puntos de vista ante los demás. Se casó muy joven la primera vez y tuvo cuatro matrimonios en total, al final viuda con un hijo de cada pareja y con la certeza de que cada hombre que tuvo no le sirvió para nada, como ella siempre dijo.

Un día estábamos conversando tirados en una cama sobre cosas personales y nos reímos mucho de cada situación, me hacía preguntas y me atreví a decirle que ella era muy hermosa y que podría tener un novio. Se puso a reír y me respondió que no estaba dispuesta a cambiar pañales. Le insistí en que podría ser un hombre más joven y rió mucho más para luego decirme: me voy a parecer a la Cayetana.

La última vez que la vi, ella ya no estaba presente y no tuvo momentos de lucidez. Sentí mucha tristeza al asumir que ella ya no iba a volver. Ahora ya no está, falleció y me enteré por comentarios de amigos en común. 

Un saludo al cielo, gracias tía Polla, muchas gracias por todo su apoyo, por su buena voluntad y por los buenos momentos vividos. La escucho recitando como tantas veces, a Amado Nervo:

En paz.

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;

porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;

que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.

...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!

Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!
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MaLaGeNtE















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