Cuarentena en el campo
A los pocos días de llegado el CoronaVirus a Chile, agarré mi mochila y me fui a la casa del campo. Pensé las cosas y si voy a estar encerrado, al menos voy a tener jardines y espacios abiertos, algo que en Santiago es difícil de conseguir.
Estoy con mis padres en el campo, me he encargado de hablar más con ellos y peleamos harto también. Tienen costumbres que me descolocan, pero le hago empeño.
Mi papá se pone más odioso, no se quiere bañar o exige comer cosas que tiene prohibidas y mi mamá lo está tratando como a un bebé. Es gracioso ver estas escenas en dos adultos mayores.
Me he puesto a hacer jardines, también elimino las malezas y ramas de árboles, hago limpieza de macetas y las estoy recolectando para plantar cosas en un mes más. El perro es pequeño, se llama Pillín y lo encuentro muy amariconado, prefiero los perros grandes y bravos; le ponen pijama, le dan cena y lo acuestan cada noche cubierto con una frazada.
Mis padres deben comer con poca sal y poca azúcar, así es que yo debo agregar aderezos a las comidas, para ello me ha servido traer una botella grande de salsa de soja, crema de maní y mermeladas.
Me puse a limpiar el campo en los alrededores de la casa, también estoy comenzando a desarmar el gallinero ya que no hay gallinas y tengo planeado hacer un quincho con una parrilla dentro, para hacer asados. Ojalá me resulte mejor que a Homero Simpson.
Le voy a construir una casita a Pillín, para que vaya a dormir solo, ya tengo los materiales elegidos, pero me falta el serrucho, los tornillos y mi taladro. Extraño mi taladro, me ha hecho falta.
Estoy como los regios en mi segunda vivienda, aunque me he dedicado a trabajar en la casa y desde casa, para no estar estresado y sin nada que hacer. Ojalá que todos pudieran hacerlo, es rico vivir en el campo.
MaLaGeNtE
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